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27 septiembre 2011

http://s2.alt1040.com/files/2011/09/Codificacion-colores.jpg

Hoy en día garantizar comunicaciones seguras es, prácticamente, un requisito básico para cualquier empresa o entidad gubernamental, incluso para la Inteligencia y el Espionaje. Si en las películas clásicas de James Bond (tomando un referente cinematográfico) veíamos a sus protagonistas utilizar tinta invisible (algo que realmente se usaba, según hemos podido conocer tras el fin de la Guerra Fría), un grupo de investigación de la Universidad Tufts (en Medford, Massachusetts, Estados Unidos) ha evolucionado este arcaico método hasta desarrollar unas bacterias fluorescentes con las que, precisamente, codificar mensajes.

Más que una investigación real, a primera vista, puede parecer uno de los artilugios que Q le entrega a James Bond antes de cada misión pero no es así, es una investigación real en la que se han desarrollado
siete cepas diferentes de la bacteria Escherichia coli (o E. coli) un bacilo que vive en los intestinos de los animales y que ha sido modificado genéticamente para que produzca una proteína fluorescente (una distinta por cada cepa). Cuando se realizan cultivos de estas bacterias, las colonias resultantes aparecen como puntos brillantes con distintas longitudes de onda (luces de colores) y, a partir de ahí, los investigadores han ideado una manera de utilizar pares de estas colonias para representar las letras del alfabeto y codificar mensajes.
Los mensajes, que han sido denominados SPAM (esteganografía por matrices impresas de microbios), pueden ser cifrados mediante la disposición de colonias de estas bacterias sobre una cuadrícula y, además, podrían ser utilizadas como una nueva forma de luchar contra la falsificación de documentos o billetes de curso legal. Según el responsable de esta investigación, el profesor David Walt:
Este sistema de codificación es práctico puesto que utiliza siete colores fácilmente discernibles en el espectro visible. Hemos desarrollado un código y una clave prácticamente imposibles de romper
Lógicamente, para poder descifrar los mensajes, es necesario contar con el patrón de codificación utilizado, es decir la transcripción del alfabeto a este código de colores biológico.
Las bacterias no se vuelven fluorescentes hasta que la colonia crece mediante la aplicación de productos químicos específicos, por tanto, a primera vista, el mensaje es invisible y puede pasar desapercibido sobre cualquier tipo de superficie, incluso una hoja en blanco. Una vez el destinatario recibe el mensaje, éste puede ser transferido a un medio de crecimiento en el que desarrollar la colonia de bacterias y esperar que aparezca el mensaje (porque se muestren los colores).
Descifrar el mensaje no es la tarea más sencilla puesto que será necesaria la clave y pueden existir infinidad de claves según las agrupaciones y el orden que se elija con los siete colores de base. De hecho, el color que presentan las bacterias depende también de la longitud de onda de la luz que brille sobre ellos, por tanto, el uso de luces diferentes también da lugar a mensajes diferentes; así que además del código (alfabeto) también será necesario conocer la longitud de onda necesaria para iluminar el mensaje (foto-cifrado) y cualquier otra luz arrojará un mensaje sin sentido alguno.
Crecimiento bacterias
Al ser bacterias, éstas pueden ser inmunes o no a ciertos antibióticos y, rizando algo más el rizo, algunas pueden serlo y otras no, por lo que hacer crecer las bacterias en un medio rico en un antibiótico también pueden influir en el resultado del mensaje, añadiendo otro grado más de complejidad. Por ejemplo, los investigadores trabajaron con colonias que fueron expuestas a los antibióticos ampicilina y kanamicina para codificar un mensaje. Al aplicar ampilicina obtuvieron “Este es un mensaje biocodificado del laboratorio de Walt en la Universidad Tufts de 2011”, sin embargo, al aplicar kanamicina obtenían “Has utilizado el código incorrecto y vas a leer un galimatías”.
Según el profesor Walt, el uso de los mensajes SPAM puede ser muy beneficioso:
Hay varios niveles de seguridad construidos: el usuario tiene un código y una clave que son imposibles de romper puesto que se componen de un número infinito de combinaciones de medios de cultivo, productos químicos y tiempos de desarrollo. Un mensaje SPAM sin desarrollar es totalmente invisible.
Y pensando no solamente en el clásico espionaje, este tipo de marcas biológicas podría utilizarse para marcar billetes (y seguirles la pista), detectar falsificaciones de obras de arte o billetes de curso legal o, incluso, marcar objetos de valor. Pero, realmente, según estos investigadores, estos marcadores podrían ser tremendamente útiles en la detección de medicamentos falsos que se venden a través de Internet:
Se puede añadir un código cifrado en algún lugar del envase y la propia matriz de verificación en una parte protegida de la caja. De esa forma, el receptor puede autentificar la veracidad del contenido asegurándose que éste no ha sido manipulado
Fuente:
JJ Velasco
alt1040.com
27 de septiembre, 2011, 17:02

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